¿Qué es grafomotricidad?

La escritura es una forma de comunicación específicamente humana, que comienza con el diálogo corporal, tónico y emocional que establece el bebé con su madre o cuidador(a), pasando por el lenguaje hablado, hasta llegar al escrito.

En ocasiones, los niños no logran integrar la escritura porque alguna de las habilidades no ha sido adquiridas y no logran avanzar en el proceso.
Podemos encontrarnos con diversos desafíos que obstaculizan la integración de la escritura. Pueden ser niñ@s que tienen dificultades en el control postural y motriz, que no logran estar quietos, su postura es inestable, o tienen dificultades para tomar el lápiz, para modular la fuerza y el movimiento al escribir, que voltean números y letras, que se saltan renglones y no se ubican en el espacio o que simplemente no logran aprenderse las letras.

La grafomotricidad es una disciplina que se encarga de estudiar, facilitar y reeducar las habilidades necesarias para la correcta adquisición de la escritura.

Es importante comprender, que la escritura es un acto de gran complejidad que pone en funcionamiento todas las capacidades de nuestro cerebro y requiere de la intervención tanto de las capas más profundas, como de las más altas en las que se ejerce un control sobre las acciones voluntarias.

Inicia cuando el niño pequeño se da cuenta que una acción suya, deja una huella que permanece a través de una marca que deja con una cera, con un lápiz, pintura, incluso hasta con su comida, y culmina hacia los 12 años cuando se automatizan todos los procesos implicados.

¿Que habilidades requiere el niño para escribir?

 

     

  •  Psicomotoras
  •  Simbólicas
  •  Visoperceptuales
  •  Cognitivas
  •  Grafomotoras

El niño requiere de un buen equipamiento psicomotor que le permita tener control de su cuerpo y su movimiento, una postura integrada mientras escribe, una adecuada motricidad manual y una lateralidad bien definida que le permita organizarse en el espacio corporal y en el gráfico.

La automatización de los aspectos motorices, posibilita que la energía del sistema nervioso, sea liberada del cuerpo para utilizarse en los procesos simbólicos y cognitivos, que van desde la imitación que hace el bebé de su mamá, pasando por el juego simbólico y el dibujo del niño pequeño, hasta la escritura que requiere la comprensión de los signos gráficos, de la correspondencia fonema-grafema o letra-sonido y la organización secuencial de las letras, entre muchas otras cosas.

Otro aspecto de gran importancia, es lo referente a las habilidades visoperceptuales que tienen que ver con la correcta entrada de la información visual y la interpretación de la misma para poder dar una respuesta acertada.

A diferencia del lenguaje hablado que lo aprendemos a través del proceso de socialización, la escritura necesita de un entrenamiento específico que le permita al niño aprender y automatizar los movimientos del antebrazo, la muñeca y los dedos. Además hay una forma, una ubicación en el espacio gráfico y una direcionalidad establecida para cada letra, un sonido y una secuencia para cada palabra. Son las habilidades grafomotoras.

En el niño, suceden el proceso motriz, visoperceptual, el simbólico, el cognitivo y afectivo, de manera simultánea. Si hay dificultades en alguno de éstos aspectos, la integración de la lectoescritura puede verse afectada.

Ahora podemos comprender, que la adquisición de la escritura no es cuestión de dos o tres años de hacer trazos y memorizar letras. Pretender que un niño aprenda a escribir antes de tiempo debido a una exigencia social, implica partir de las necesidades del adulto y de la sociedad, desperdiciando así, un tiempo valioso para sentar bases firmes de futuros aprendizajes.

“Cuando la actividad escolar corre pareja con el desarrollo psicológico, afectivo y motórico del niño, la acción misma se transforma en motivación o refuerzo positivo que empuja a la evolución de la función simbólica, del control emocional y del desarrollo motórico y práxico. Cuando esto no es así, y la actividad pedagógica quiere presionar sobre el niño anticipándole procesos de abstracción que le impiden disfrutar, esta misma actividad se transforma en refuerzo negativo, facilitándole relaciones de incomunicación y en las que los hábitos adquiridos se tornan en fuertes mecanismos defensivos que van inexorablemente marcando y definiendo una actitud oposicionista, no constructiva.”

García nuñez (2003)

Si estas interesado en profundizar más sobre cada una de éstas habilidades y la forma en la que puedes apoyar a los niños a desarrollarlas en la edad correspondiente y la forma adecuada, te invito a participar en el Webinar “Del cuerpo a la escritura”.
 

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